viernes, 26 de abril de 2013

Madre trabajadora

Desde que recuerdo siempre he estudiado o trabajado o incluso las dos cosas a la vez, pero lo de ser mamá y además trabajar fuera de casa, es nuevo.

Como ya comenté en este post, tuve la suerte de ser despedida al intentar incorporarme a mi puesto de trabajo después de mi baja maternal. La niña terremoto tenía casi seis meses y se abría la posibilidad de poder estar en casa con ella algún tiempo más. ¡¡¡Maravilloso!!! He disfrutado de ella todo lo que he podido y ahora con casi 18 meses, he empezado a trabajar fuera de casa.

Después de tantos meses de "parón" (¿parón?, una persona al cargo de un bebé no tiene mucho parón que digamos...) es muy emocionante volver a trabajar, tener otras cosas en la cabeza, compañeros... Pero cuando, al marcharte, ves por el retrovisor cómo te dice adiós con la manita, se te cae el alma a los pies.
 
Y así pasas los días entre mogollón de cosas nuevas, intentando enterarte de todo y no meter la pata. Y vas a coger un chicle del bolso y en el primer bolsillo que miras te encuentras un chupete... ooooohhhhhh, mi terroncito de azúcar, ¿qué estará haciendo?... y sigues buscado y entonces te encuentras un pintalabios, ese caprichito que te diste y tienes un poco reservado. Pues me voy a poner un poco.... y lo abres y también se te cae el alma a los pies cuando ves q alguien ha metido su deditos y casi lo ha destrozado.
 
Y las tardes pasan volando. Desde que la recoges es como si el reloj fuera al triple de su velocidad. No da casi tiempo nada. Entonces piensas que o eres muy vaga o la persona más desorganizada del mundo y te sientes culpable. Pero no dura mucho porque en cuanto te descuidas, vuelve a sonar el despertador.
 
Viendo las cifras de paro del primer trimestre del 2013 (más de 6 millones), estás tan agradecida de tener trabajo que te animas a ti misma.